Entre las recomendaciones más singulares de Ray Peat se encuentra la ensalada diaria de zanahoria como intervención metabólica dirigida a la flora intestinal. El mecanismo es preciso: la fibra de la zanahoria actúa como vehículo para un aderezo de vinagre, aceite de coco y aceite de oliva. Esta combinación no solo arrastra residuos bacterianos, sino que crea un ambiente químico que limita el crecimiento microbiano excesivo y, al mismo tiempo, favorece la reparación de la mucosa intestinal.
La lógica de fondo es que gran parte de la disfunción metabólica proviene de un intestino crónicamente irritado: endotoxinas, inflamación de bajo grado, permeabilidad aumentada. Neutralizar ese foco reduce la carga de estrés sistémico sobre hígado, tiroides y cerebro. Una zanahoria cruda, en apariencia trivial, se convierte así en un dispositivo terapéutico barato, repetible y eficaz.
La lógica de fondo es que gran parte de la disfunción metabólica proviene de un intestino crónicamente irritado: endotoxinas, inflamación de bajo grado, permeabilidad aumentada. Neutralizar ese foco reduce la carga de estrés sistémico sobre hígado, tiroides y cerebro. Una zanahoria cruda, en apariencia trivial, se convierte así en un dispositivo terapéutico barato, repetible y eficaz.