Cuando Ingrid e Ihrën se comprometieron aún no habían presentado su pareja a sus padres, mas para este insólito comportamiento existen buenas razones.
Michèlle, la madre de Ingrid, murió salvajemente tiroteada por terroristas desalmados en un viaje oficial a Nueva Delhi que organizó el ayuntamiento de Lyon con el propósito de encontrar oportunidades de negocio para los empresarios de la ciudad. Desde que aconteció el horrible final de Michèlle, el padre de Ingrid, Gallârd, había perdido la esperanza de volver a ser feliz y se sumió en una profunda depresión, una imprevista y duradera crisis de la que nunca llegaría a salir completamente.
Ingrid perdió el contacto con su padre varios años atrás por orden del psiquiatra que atendía a Gallârd, que estimó que la presencia de Ingrid no hacía sino acentuar el recuerdo de Michèlle. Como el facultativo ordenó a Ingrid que se alejase de su padre, ella también se entristeció. Para acabar con su pena el doctor le sugirió que enterrase en un parque cercano a su nueva casa el aceite usado al freír. Tal vez esta práctica no fuera respetuosa con la naturaleza, hasta es posible que la ley la prohibiese, sin embargo a Ingrid inexplicablemente le ayudó a superar la pérdida de sus padres.
Es lógico pues que Ingrid no presentara a Ihrën a sus padres. Pero, ¿por qué tampoco lo hizo Ihrën? ¿Acaso se avergonzaba de sus padres o era de su prometida de quien no se sentía orgulloso? Ni lo uno ni lo otro. En realidad, Ihrën perdió prácticamente el contacto con sus padres, Könrad y Bësta, porque no se sentía capaz de mirarles a la cara después de que le sorprendieran haciendo las tres cosas que más le gustaban. Tres actos que ya por separado merecían que al menos le hubiesen repudiado, pero que hechos a la vez demostraban un nivel de perversión propio solo de un maníaco. ¿A qué mente sana se le hubiera ocurrido hacer esas cosas a un pobre e indefenso pollo mientras hacía sus necesidades en un sagrado Wok al tiempo que se deleitaba con la visión reiterativa del anuncio del monstruoso robot de cocina que Google Corporation puso en el mercado para tentar a la humanidad con sus ricos guisos?
Ihrën no sabía dónde meterse cuando sus padres se quedaron atónitos al entrar en su habitación sin llamar a la puerta y contemplaron esa dantesca escena. Könrad se desmayó y Bësta rompió a llorar en un llanto nervioso que solo cesó tras una copiosa dosis de tema. Könrad despertó enseguida, pero a raíz del desvanecimiento decidió hacerse un chequeo en el que descubrió que tenía un tumor cerebral. Gracias al diagnóstico temprano pudo ser tratado sin dificultad.
Könrad y Bësta acordaron con Ihrën que nunca contarían a nadie lo que sabían que hacía su hijo ya que gracias a haberlo visto Könrad se salvó de una muerte segura. Como decían los jueves en el templo, ‘los caminos del Wok son inescrutables’. Empero, no podían olvidar lo que sus ojos vieron e Ihrën debía marcharse de casa tan pronto como fuera posible. Desde entonces únicamente mantenían el contacto estrictamente necesario.
Con el paso de los años, Ihrën aprendió a valorar y respetar al Wok y desde que se compró el dichoso robot cocinero comprendió que no siempre los anuncios dicen todo sobre los productos. Es verdad que el robot cocinaba muy bien, pero al hablar era patente que era un cretino pagado de sí mismo y además consumía una desmesurada cantidad de energía. Lo único en lo que Ihrën no cambió, fue en su salvaje y cruenta pasión por la tortura de aves de corral. Ahora lo hacía menos a menudo, pero cada vez experimentaba más sensaciones en el transcurso de sus execrables experiencias. Pero eso ya no importaba, ahora que iba a estar casado y tener hijos, debería tomar una pastilla diaria de Empathorum Plus, “el maravilloso fármaco administrado automáticamente cuando su concentración en sangre desciende. La mágica medicina que convierte a los varones en buenos padres confiriéndoles la empatía necesaria como para cuidar apropiadamente de sus retoños como si se tratasen de su amantísima madre”. En cuanto tomara el Empathorum desaparecería el placer del sentimiento de poder y se vería reemplazado por una conmiseración ante el sufrimiento ajeno impropia de Ihrën y de sus antepasados, los aguerridos cazadores que mataban para sobrevivir en la fría noche de los tiempos.
Michèlle, la madre de Ingrid, murió salvajemente tiroteada por terroristas desalmados en un viaje oficial a Nueva Delhi que organizó el ayuntamiento de Lyon con el propósito de encontrar oportunidades de negocio para los empresarios de la ciudad. Desde que aconteció el horrible final de Michèlle, el padre de Ingrid, Gallârd, había perdido la esperanza de volver a ser feliz y se sumió en una profunda depresión, una imprevista y duradera crisis de la que nunca llegaría a salir completamente.
Ingrid perdió el contacto con su padre varios años atrás por orden del psiquiatra que atendía a Gallârd, que estimó que la presencia de Ingrid no hacía sino acentuar el recuerdo de Michèlle. Como el facultativo ordenó a Ingrid que se alejase de su padre, ella también se entristeció. Para acabar con su pena el doctor le sugirió que enterrase en un parque cercano a su nueva casa el aceite usado al freír. Tal vez esta práctica no fuera respetuosa con la naturaleza, hasta es posible que la ley la prohibiese, sin embargo a Ingrid inexplicablemente le ayudó a superar la pérdida de sus padres.
Es lógico pues que Ingrid no presentara a Ihrën a sus padres. Pero, ¿por qué tampoco lo hizo Ihrën? ¿Acaso se avergonzaba de sus padres o era de su prometida de quien no se sentía orgulloso? Ni lo uno ni lo otro. En realidad, Ihrën perdió prácticamente el contacto con sus padres, Könrad y Bësta, porque no se sentía capaz de mirarles a la cara después de que le sorprendieran haciendo las tres cosas que más le gustaban. Tres actos que ya por separado merecían que al menos le hubiesen repudiado, pero que hechos a la vez demostraban un nivel de perversión propio solo de un maníaco. ¿A qué mente sana se le hubiera ocurrido hacer esas cosas a un pobre e indefenso pollo mientras hacía sus necesidades en un sagrado Wok al tiempo que se deleitaba con la visión reiterativa del anuncio del monstruoso robot de cocina que Google Corporation puso en el mercado para tentar a la humanidad con sus ricos guisos?
Ihrën no sabía dónde meterse cuando sus padres se quedaron atónitos al entrar en su habitación sin llamar a la puerta y contemplaron esa dantesca escena. Könrad se desmayó y Bësta rompió a llorar en un llanto nervioso que solo cesó tras una copiosa dosis de tema. Könrad despertó enseguida, pero a raíz del desvanecimiento decidió hacerse un chequeo en el que descubrió que tenía un tumor cerebral. Gracias al diagnóstico temprano pudo ser tratado sin dificultad.
Könrad y Bësta acordaron con Ihrën que nunca contarían a nadie lo que sabían que hacía su hijo ya que gracias a haberlo visto Könrad se salvó de una muerte segura. Como decían los jueves en el templo, ‘los caminos del Wok son inescrutables’. Empero, no podían olvidar lo que sus ojos vieron e Ihrën debía marcharse de casa tan pronto como fuera posible. Desde entonces únicamente mantenían el contacto estrictamente necesario.
Con el paso de los años, Ihrën aprendió a valorar y respetar al Wok y desde que se compró el dichoso robot cocinero comprendió que no siempre los anuncios dicen todo sobre los productos. Es verdad que el robot cocinaba muy bien, pero al hablar era patente que era un cretino pagado de sí mismo y además consumía una desmesurada cantidad de energía. Lo único en lo que Ihrën no cambió, fue en su salvaje y cruenta pasión por la tortura de aves de corral. Ahora lo hacía menos a menudo, pero cada vez experimentaba más sensaciones en el transcurso de sus execrables experiencias. Pero eso ya no importaba, ahora que iba a estar casado y tener hijos, debería tomar una pastilla diaria de Empathorum Plus, “el maravilloso fármaco administrado automáticamente cuando su concentración en sangre desciende. La mágica medicina que convierte a los varones en buenos padres confiriéndoles la empatía necesaria como para cuidar apropiadamente de sus retoños como si se tratasen de su amantísima madre”. En cuanto tomara el Empathorum desaparecería el placer del sentimiento de poder y se vería reemplazado por una conmiseración ante el sufrimiento ajeno impropia de Ihrën y de sus antepasados, los aguerridos cazadores que mataban para sobrevivir en la fría noche de los tiempos.