Ihrën presentó a Ingrid a sus padres, Könrad y Bësta. A Könrad, Ingrid le pareció una muchacha sencilla y muy simpática. Bësta hubiera querido algo mejor para su hijo, pero después de lo que le vieron hacer con aquel desafortunado pollo, bastante era que se casara, aunque fuera con una arrogante y enojosa francesa.
Unas semanas después, en un precioso salón de actos municipal se ofició la ceremonia de boda de Ihrën e Ingrid. Lörna lució un muy comentado traje verde escarlata con reflejos ambarinos. También sorprendió a muchos de los asistentes que fuera acompañada de Sören, su eterno amigo sin derecho a roce. -Sin duda hacerse famosa fue determinante para conseguir ser la novia del apuesto Sören- murmuraron las invitadas con un acompañante menos agraciado.
En el banquete los wokianos tomaron verduras salteadas arroz con setas. Los asistentes a los que su religión no ponía trabas en la dieta, pudieron degustar seis platos de la siguiente lista de doce: bruma litoral, píldora brillante, danza de los círculos misteriosos, espiral profunda, potencia electrostática, horizonte sinuoso, filo ocular, torbellino sepia, intermitencia tenue, nebulosa química, espray onírico y expiración arácnida. Casi todos los convidados eligieron la opción que se ofrecía al final llamada ‘selección aleatoria’. -Esto es lo que pasa por dejar meterse a los androides en la nouvelle cuisine.- comentó un hombre rollizo. -Pues será mejor que no oigas la música que los robots están haciendo últimamente, es deplorable- dijo una anciana algo sorda.
Tras la agotadora ceremonia y el banquete seguido del baile, por fin los novios llegaron a la habitación y pudieron hacer lo que llevaban deseando todo el día: caer rendidos a la cama y dormir plácidamente. Mañana debían madrugar para volar al Paraíso Google.
¿Qué hacer con toda la comida que sobraba en el banquete nupcial? Muchas parejas no disponían nada a lo que dedicarla, y así el restaurante podía volverla a usar en la siguiente celebración. Tal era la calidad de los platos que nadie notaba la diferencia.
La mayoría de los recién casados contribuye así a no derrochar comida, o lo que fuera que se sirviese en los menús de las bodas, pero Ihrën e Ingrid estaban concienciados con los más desfavorecidos y dejaron dicho que los platos sobrantes se enviaran a un comedor benéfico para que los mendigos tuvieran el privilegio de comer algo bueno, aunque solo fuera en una ocasión.
-¿Qué es esta bazofia? ¡Yo quiero la basura de siempre!
-¡Cállate y no te quejes, escoria!
Conmutar penas de cárcel por servicios comunitarios nunca fue buena idea, pero hay ideas mucho peores: servir expiración arácnida y espray onírico con guarnición de patatas fue fatal para el quejoso vagabundo. Una hora después, falleció todavía rezongando por el cambio en la comida mientras su estómago se agitaba y retorcía incómodo.
Unas semanas después, en un precioso salón de actos municipal se ofició la ceremonia de boda de Ihrën e Ingrid. Lörna lució un muy comentado traje verde escarlata con reflejos ambarinos. También sorprendió a muchos de los asistentes que fuera acompañada de Sören, su eterno amigo sin derecho a roce. -Sin duda hacerse famosa fue determinante para conseguir ser la novia del apuesto Sören- murmuraron las invitadas con un acompañante menos agraciado.
En el banquete los wokianos tomaron verduras salteadas arroz con setas. Los asistentes a los que su religión no ponía trabas en la dieta, pudieron degustar seis platos de la siguiente lista de doce: bruma litoral, píldora brillante, danza de los círculos misteriosos, espiral profunda, potencia electrostática, horizonte sinuoso, filo ocular, torbellino sepia, intermitencia tenue, nebulosa química, espray onírico y expiración arácnida. Casi todos los convidados eligieron la opción que se ofrecía al final llamada ‘selección aleatoria’. -Esto es lo que pasa por dejar meterse a los androides en la nouvelle cuisine.- comentó un hombre rollizo. -Pues será mejor que no oigas la música que los robots están haciendo últimamente, es deplorable- dijo una anciana algo sorda.
Tras la agotadora ceremonia y el banquete seguido del baile, por fin los novios llegaron a la habitación y pudieron hacer lo que llevaban deseando todo el día: caer rendidos a la cama y dormir plácidamente. Mañana debían madrugar para volar al Paraíso Google.
¿Qué hacer con toda la comida que sobraba en el banquete nupcial? Muchas parejas no disponían nada a lo que dedicarla, y así el restaurante podía volverla a usar en la siguiente celebración. Tal era la calidad de los platos que nadie notaba la diferencia.
La mayoría de los recién casados contribuye así a no derrochar comida, o lo que fuera que se sirviese en los menús de las bodas, pero Ihrën e Ingrid estaban concienciados con los más desfavorecidos y dejaron dicho que los platos sobrantes se enviaran a un comedor benéfico para que los mendigos tuvieran el privilegio de comer algo bueno, aunque solo fuera en una ocasión.
-¿Qué es esta bazofia? ¡Yo quiero la basura de siempre!
-¡Cállate y no te quejes, escoria!
Conmutar penas de cárcel por servicios comunitarios nunca fue buena idea, pero hay ideas mucho peores: servir expiración arácnida y espray onírico con guarnición de patatas fue fatal para el quejoso vagabundo. Una hora después, falleció todavía rezongando por el cambio en la comida mientras su estómago se agitaba y retorcía incómodo.