Lörna tuvo una extraña visión cuando dormía. Unas posaderas con alas revoloteaban a su alrededor. Ella entretanto trataba en vano de evitar que la rozaran. Después de escapar de los traseros voladores cayó por un agujero abierto súbitamente bajo sus pies. Contempló el mundo desde sus entrañas y vio que era impuro. Supo que no existían el alma ni los sentimientos. Tampoco había rastro del bien o el mal. Solo había cucarachas con caparazón humano malgastando inútilmente sus tristes y cortas existencias. Contempló las criaturas y observó que todas ellas eran impuras. Unas más que otras y algunas lo eran tanto que vomitó estando dormida. Se despertó desorientada y cubierta de lo que antes fuera el contenido de su estómago.
Un cambio insospechado acaeció en el interior de la frenética muchacha. Ella era un producto de su tiempo. Su ética inmoral, sus hábitos de consumo, su percepción estética con cánones de belleza perjudiciales para la salud, su desinterés por todo aquello que no supusiera un goce inmediato, su bolso de imitación que costaba treinta veces menos que el original,... Casi todos los elementos en los que su vida y su personalidad podían ser divididas no la pertenecían a ella como individuo sino que eran fruto de su interacción con un ente abstracto llamado sociedad.
La transformación de su personalidad fue hasta cierto punto positiva. Podría decirse que el estadio en el que la chica de irregular belleza se hallaba era tan miserable, que casi pasara lo que pasara no podría retroceder. Esto solo se hubiese producido si en un arrebato de conducta infantil, súbitamente comenzara a chuparse con fruición uno de sus pulgares y a dar vueltas por la casa gateando. Por suerte ocurrió algo mucho más coherente con la época en la que Lörna se sitúa, un tiempo de descreimiento en los valores tradicionales y de ausencia de consideración alguna hacia el resto de personas con las que nos vemos obligados a compartir nuestras vidas.
Unas semanas después de la noche en la que se produjo el cambio, la consternada Lörna se enteró de que la leche de marca blanca que bebió aquel día estaba contaminada con una nueva droga en periodo de pruebas, que como indeseable efecto secundario sacaba a la luz al psicópata que todos llevamos dentro. Sin embargo, el mal ya estaba hecho y las frágiles cadenas que la ligaban con la sociedad se habían roto. Lörna Mälden pasó de ser una vulgar compradora compulsiva a verse convertida en una estandarizada asesina en serie.
Un cambio insospechado acaeció en el interior de la frenética muchacha. Ella era un producto de su tiempo. Su ética inmoral, sus hábitos de consumo, su percepción estética con cánones de belleza perjudiciales para la salud, su desinterés por todo aquello que no supusiera un goce inmediato, su bolso de imitación que costaba treinta veces menos que el original,... Casi todos los elementos en los que su vida y su personalidad podían ser divididas no la pertenecían a ella como individuo sino que eran fruto de su interacción con un ente abstracto llamado sociedad.
La transformación de su personalidad fue hasta cierto punto positiva. Podría decirse que el estadio en el que la chica de irregular belleza se hallaba era tan miserable, que casi pasara lo que pasara no podría retroceder. Esto solo se hubiese producido si en un arrebato de conducta infantil, súbitamente comenzara a chuparse con fruición uno de sus pulgares y a dar vueltas por la casa gateando. Por suerte ocurrió algo mucho más coherente con la época en la que Lörna se sitúa, un tiempo de descreimiento en los valores tradicionales y de ausencia de consideración alguna hacia el resto de personas con las que nos vemos obligados a compartir nuestras vidas.
Unas semanas después de la noche en la que se produjo el cambio, la consternada Lörna se enteró de que la leche de marca blanca que bebió aquel día estaba contaminada con una nueva droga en periodo de pruebas, que como indeseable efecto secundario sacaba a la luz al psicópata que todos llevamos dentro. Sin embargo, el mal ya estaba hecho y las frágiles cadenas que la ligaban con la sociedad se habían roto. Lörna Mälden pasó de ser una vulgar compradora compulsiva a verse convertida en una estandarizada asesina en serie.