Tras haber pasado un rato agotador en el gimnasio, Ihrën decidió hablar con Sören sobre el fin de su relación. Hacía un par de minutos había conocido a Ingrid, una voluptuosa francesa con la que según el comparador de gustos y preferencias tenía un 98.7% de afinidad, una cifra sin duda nada desdeñable.
Ihrën comenzó a hablar tras adoptar un ademán serio para que Sören comprendiera lo delicado de la situación. -Escúchame, compréndelo, es imposible nuestro amor. ¿Dónde está nuestro error sin solución? ¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo?- Después de meditar unos segundos que parecieron eternos, Sören replicó: -Sin ti no soy nada. Mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada. Porque yo sin ti no soy nada. Tenía tanto que darte, tantas cosas que contarte, tenía tanto amor guardado para ti. -de nuevo otro silencio- ¡No te quieres enterar, Sören! No te quiero de verdad. -¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? Yo que te hubiese querido hasta el fin de semana. Vete, olvida mi nombre, mi cara, mis besos y pega la vuelta. Jamás te pude comprender.
Tras una pausa en la que el lenguaje corporal sustituyó a los clichés musicales, Ihrën concluyó:
-Bien, gracias por entenderlo. Es que Ingrid comparte el 98.7% en común conmigo y tan solo el 96.1% contigo. Mira si ella y yo tenemos cosas en común que hasta tenemos el mismo modelo de comparador, una discreta pulsera azul fluorescente con zafiros de imitación de la marca Amoral. Y ya sabes, Amoral hace amigos. Además su nombre empieza por I, como el mío. Menuda coincidencia, ¿no crees?
-Claro, y es que además nosotros compartimos un miserable 92.5%. Nuestra relación no podía durar mucho. Somos tan distintos...
-¡Hasta luego!
-¡Buenas noches! Pásalo bien con Ingrid.
Mientras Ihrën e Ingrid se marchan conversando animadamente sobre banalidades, Sören decide permanecer un momento más en el gimnasio para luego poder tomar un donut relleno de crema y cubierto de chocolate sin tener que sentirse demasiado culpable después. El exuberante chico de la máquina de musculación acaba de usar su comparador para intentar ligar con él. Seguro que en las duchas del gimnasio Sören perderá calorías de forma más rápida y placentera.
Ihrën comenzó a hablar tras adoptar un ademán serio para que Sören comprendiera lo delicado de la situación. -Escúchame, compréndelo, es imposible nuestro amor. ¿Dónde está nuestro error sin solución? ¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo?- Después de meditar unos segundos que parecieron eternos, Sören replicó: -Sin ti no soy nada. Mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada. Porque yo sin ti no soy nada. Tenía tanto que darte, tantas cosas que contarte, tenía tanto amor guardado para ti. -de nuevo otro silencio- ¡No te quieres enterar, Sören! No te quiero de verdad. -¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? Yo que te hubiese querido hasta el fin de semana. Vete, olvida mi nombre, mi cara, mis besos y pega la vuelta. Jamás te pude comprender.
Tras una pausa en la que el lenguaje corporal sustituyó a los clichés musicales, Ihrën concluyó:
-Bien, gracias por entenderlo. Es que Ingrid comparte el 98.7% en común conmigo y tan solo el 96.1% contigo. Mira si ella y yo tenemos cosas en común que hasta tenemos el mismo modelo de comparador, una discreta pulsera azul fluorescente con zafiros de imitación de la marca Amoral. Y ya sabes, Amoral hace amigos. Además su nombre empieza por I, como el mío. Menuda coincidencia, ¿no crees?
-Claro, y es que además nosotros compartimos un miserable 92.5%. Nuestra relación no podía durar mucho. Somos tan distintos...
-¡Hasta luego!
-¡Buenas noches! Pásalo bien con Ingrid.
Mientras Ihrën e Ingrid se marchan conversando animadamente sobre banalidades, Sören decide permanecer un momento más en el gimnasio para luego poder tomar un donut relleno de crema y cubierto de chocolate sin tener que sentirse demasiado culpable después. El exuberante chico de la máquina de musculación acaba de usar su comparador para intentar ligar con él. Seguro que en las duchas del gimnasio Sören perderá calorías de forma más rápida y placentera.