Algo le rondaba por la cabeza a Ben, el médico cristiano que ayudó a Nïta a aceptarse a sí misma tal cómo era y a abandonar sus antiguas ideas que le abocaban al desastre. El doctor Ereo exigiría a Nïta que abandonase el camino wokiano para acompañarle en la senda cristiana de salvación eterna. Lo malo no era que Nïta no quisiera cambiar de creencias, la dificultad estribaba en que en muchas ocasiones la aspirante a conversa no entendía lo que su misionero personal procuraba hacerle comprender. A ese ritmo nunca llegarían los sacramentos para Lörna Mälden Jr., tal y como Nïta figuraba en la nueva tarjeta de visita compartida con su médico favorito.
-El wok está bien para cocinar verduras, pero no puedes pensar en él como si fuera dios. Dios no puede ser una cacerola.
-Eso lo puedo entender.- afirmó Nïta poco convencida.
-Dios es amor, es quien creó todo en su infinita sabiduría.
-¿Y se creó a sí mismo?
-No. Él es anterior a todo.
-A todo menos a él, ¿no?
-Por supuesto, a todo menos a Él. Como te iba diciendo, Dios es amor, y tal era su amor que nos hizo a su imagen y semejanza.- Ben empezaba a desesperarse.
-O sea, que dios es una persona.
-Claro que no. Pero que cosas dices...
-Pues entonces no entiendo lo de “a su imagen y semejanza.”
-Olvídate de eso, no es importante. A ver, Dios nos ama, Dios es amor.- Ben se estaba desesperando con cada nueva observación de su prometida.
-Así que dios es un sentimiento, como una sensación.- Nïta recordó los mejores momentos de sus asesinatos y experimentó de nuevo ese gustirrinín.
-¡No! Dios es... Dios es Dios. Él es amor, nos creó a su imagen y semejanza y es anterior a todo.
-Pues no me lo explico.
-Creo que lo mejor será empezar por definir dogma de fe.
Muchas charlas después, cuando las drogas que doblegaban la voluntad estaban a punto de acabar con la personalidad de Nïta, ella tomó la iniciativa de su conversión y decidió aclarar algunos puntos con su sorprendido proselitista.
-Creo en Dios, pero no creo en Dios sobre todas las cosas. Creo y ya está. -dijo Nïta socarronamente.
-Visto lo visto, en tu caso eso es aceptable.
-Ahora bien, lo de que el vino sea la sangre y el pan el cuerpo me parece que es pasarse. Una cosa es comer verduras y otra es emborracharse fingiendo que es sangre. Eso es enfermizo. Además, todos esos carbohidratos del pan...
-¡Pero qué bruta eres!
La conversión estaba siendo más difícil de lo previsto, así que la pareja planeó una escapada al país de origen de Ben para olvidar por unos días sus desavenencias teológicas. Había un pequeño puesto en el que se podían alquilar bicicletas casi gratis, así que la pareja se puso a pedalear a lo largo de un río que atravesaba lentamente la ciudad, discurriendo entre una línea de grandes árboles que se alzaba paralela al río y les ofrecía una sombra más que bienvenida.
-Mira, querida. Hace mucho tiempo este río no discurría por donde lo hace ahora, sino que toda esta zona era una ciénaga embarrada. Hará unos mil años el santo patrón de esta ciudad encauzó el río y todas estas tierras, ahora ocupadas por bloques de apartamentos, pudieron cultivarse, y la ciudad experimentó una etapa de prosperidad nunca antes vista.
-¡Vaya, no sabía que antes fuera tan difícil encauzar ríos!
¿Es razonable pensar que Ben esté enamorado de Nïta? No, esa posibilidad debe ser descartada. Entonces, ¿por qué Ben tiene tanto interés en que Nïta y él tengan una relación sentimental? La respuesta es fácil. Un médico en el país de Nïta gana unas quince veces más que en el país de origen de Ben. Y quince son demasiadas veces como para no tenerlas en cuenta.
-El wok está bien para cocinar verduras, pero no puedes pensar en él como si fuera dios. Dios no puede ser una cacerola.
-Eso lo puedo entender.- afirmó Nïta poco convencida.
-Dios es amor, es quien creó todo en su infinita sabiduría.
-¿Y se creó a sí mismo?
-No. Él es anterior a todo.
-A todo menos a él, ¿no?
-Por supuesto, a todo menos a Él. Como te iba diciendo, Dios es amor, y tal era su amor que nos hizo a su imagen y semejanza.- Ben empezaba a desesperarse.
-O sea, que dios es una persona.
-Claro que no. Pero que cosas dices...
-Pues entonces no entiendo lo de “a su imagen y semejanza.”
-Olvídate de eso, no es importante. A ver, Dios nos ama, Dios es amor.- Ben se estaba desesperando con cada nueva observación de su prometida.
-Así que dios es un sentimiento, como una sensación.- Nïta recordó los mejores momentos de sus asesinatos y experimentó de nuevo ese gustirrinín.
-¡No! Dios es... Dios es Dios. Él es amor, nos creó a su imagen y semejanza y es anterior a todo.
-Pues no me lo explico.
-Creo que lo mejor será empezar por definir dogma de fe.
Muchas charlas después, cuando las drogas que doblegaban la voluntad estaban a punto de acabar con la personalidad de Nïta, ella tomó la iniciativa de su conversión y decidió aclarar algunos puntos con su sorprendido proselitista.
-Creo en Dios, pero no creo en Dios sobre todas las cosas. Creo y ya está. -dijo Nïta socarronamente.
-Visto lo visto, en tu caso eso es aceptable.
-Ahora bien, lo de que el vino sea la sangre y el pan el cuerpo me parece que es pasarse. Una cosa es comer verduras y otra es emborracharse fingiendo que es sangre. Eso es enfermizo. Además, todos esos carbohidratos del pan...
-¡Pero qué bruta eres!
La conversión estaba siendo más difícil de lo previsto, así que la pareja planeó una escapada al país de origen de Ben para olvidar por unos días sus desavenencias teológicas. Había un pequeño puesto en el que se podían alquilar bicicletas casi gratis, así que la pareja se puso a pedalear a lo largo de un río que atravesaba lentamente la ciudad, discurriendo entre una línea de grandes árboles que se alzaba paralela al río y les ofrecía una sombra más que bienvenida.
-Mira, querida. Hace mucho tiempo este río no discurría por donde lo hace ahora, sino que toda esta zona era una ciénaga embarrada. Hará unos mil años el santo patrón de esta ciudad encauzó el río y todas estas tierras, ahora ocupadas por bloques de apartamentos, pudieron cultivarse, y la ciudad experimentó una etapa de prosperidad nunca antes vista.
-¡Vaya, no sabía que antes fuera tan difícil encauzar ríos!
¿Es razonable pensar que Ben esté enamorado de Nïta? No, esa posibilidad debe ser descartada. Entonces, ¿por qué Ben tiene tanto interés en que Nïta y él tengan una relación sentimental? La respuesta es fácil. Un médico en el país de Nïta gana unas quince veces más que en el país de origen de Ben. Y quince son demasiadas veces como para no tenerlas en cuenta.