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3.10 Actividad emprendedora

7/14/2017

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Ingrid era extranjera. Podría ganarse la vida siendo profesora de francés, pero como cualquier francés, odiaba oír pronunciar su lengua por cualquier persona que no lo hiciera con la perfección de un nativo. Su novio Ihrën estaba cansado de su monótono trabajo en la oficina que hacía que cada le fuera más difícil mantener a raya su tripa. Tras mucho pensarlo decidieron crear una pyme juntos. ¿Qué mejor que trabajar juntos para que su relación se consolidase?

La empresa debería estar en un sector lucrativo. Ninguno de ellos quería estar trabajando un montón de horas para conseguir un sueldo miserable. Además el trabajo no tendría que exigir formación específica. A ninguno de ellos le apetecía pasarse un par de años estudiando. Finalmente la ocupación elegida tenía que fomentar el trabajo en equipo y no ser monótona. En vista de todos los condicionantes el abanico de opciones estaba muy limitado. Prácticamente solo tenían una opción para convertirse en sus propios jefes: I&I, servicio de limpieza express.

- Sabes que esto no puede seguir así.
-¿Así, cómo?
-Ya lo sabes, no pretendas fingir que no me comprendes. Debemos tomar una decisión cuanto antes.
- Yo haré lo que tú quieras, como siempre.

Se produce una leve pausa en la que ambos se miran a los ojos expresando mutuo rencor. Ingrid sigue recostada en el sofá vestida con una camiseta blanca de tirantes y un pantalón corto de color chillón envejecido por el uso. Ihrën la observa mientras permanece de pie junto a la mesa de centro que reposa sobre una alfombra lo suficientemente sucia para resultar acogedora pero no tanto como para evitar que alguien descuidado se sentara sobre ella. Él lleva puesta una camiseta negra que marca, tal vez en demasía, su tórax triangular fruto del azar genético más que del ejercicio físico.

-Eso es lo que más odio de ti, siempre eludes tu responsabilidad.
-Yo fui la que dijo que no la última vez. Ahora tienes que decidir tú. Te toca.
-¿Desde cuándo lo hacemos por turnos? No te inventes cosas porque me sacas de quicio. Además, es tan fácil como decir sí o no. Aceptar o rechazar la propuesta.
-Sabes perfectamente que no es así de sencillo. Hay mucho dinero de por medio.
-El dinero nunca ha sido importante. No te escudes ahora en el dinero porque no va a funcionar.

Suena el móvil, una melodía de moda pasajera de comienzos de siglo: Pa mi mulata pa mi morena, pa que tu sientas mi ritmo en las piernas. Pa mi princesa, pa mi guerrera, que se me vengan pa acá esas caderas.

-Por favor, cógelo.
-No. Cógelo tú.
-Eres insoportable.
-Te odio.

Ingrid coge el móvil con cierta indecisión, permanece en silencio a la escucha.

-Sí, aceptamos. Sí, descuide, puede confiar plenamente en nosotros. En menos de una semana tendrá todo limpio. Se lo garantizamos.
-¿He oído bien? ¡Has dicho que sí!
-No seas irónico. Nunca he soportado la ironía.
-Yo no soporto que me digan que me odian.
-Ni yo que me llamen insoportable.
-Déjalo ya, ¿quieres?

Ihrën se recuesta en el sofá junto a Ingrid. Ella le aparta ligeramente con el brazo y dice -Déjame, Ihrën- Él, coge una revista de la mesa del centro y se pone a pasar hojas lentamente.
​
Una semana después ambos están de nuevo en casa después de cumplir el encargo que les fue encomendado.

-Ves, no ha sido tan difícil.
-Ya, al final no ha pasado nada, y eso que por un momento pensé que se iba a torcer todo.
-Buf, no me lo recuerdes. ¿Quién iba a pensar que aparecerían unos policías justo en el momento crucial?
-Esos perros siempre andan metiendo las narices en lo que no les importa.
-No digas tonterías, sólo hacen su trabajo.
-Creo que no tengo que volver a contarte lo que a mí me hicieron la vez que me pillaron.
-Yo siempre digo que es más fácil olvidarse que vengarse.
-Bueno,... ahora sólo quiero descansar unos días.
Ihrën se descalza y se echa el sofá. Ingrid se tumba encima de un salto, y le susurra al oído –de descansar nada.- Ingrid no aguanta más un trabajo tan arriesgado. Quiere ser madre. Incluso está dispuesta a empezar a impartir clases de francés.
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    Autor

    Edward Peddersen Jr. es nihilista. Dice que no cree en nada aunque más bien cree que nada tiene sentido. Para él nada existe realmente. A veces se despierta con buen humor y vuelve a creer en la realidad, como cuando era niño. Sin embargo, ni siquiera en esos días felices puede creer en la bondad. La bondad es algo que ningún humano podrá conocer.

    Agradecimientos

    Este libro-blog es tanto del autor como de M.Y.S-J. Sin ella no hubiera sido posible llevarlo a cabo. Sus críticas, aportaciones, comentarios y apoyo constante han sido determinantes. Alguien como ella merece ser la única persona que figure en los agradecimientos. Todos los demás que pudieran haber estado entenderán esta decisión.
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