Al igual que Värni mentía a su voz interior y a las mujeres con quienes se acostaba prometiéndolas amor eterno, todos nos engañamos a nosotros mismos intentando creer que haremos lo que sabemos que nunca acabaremos llevando a cabo. Así como nos mentimos a nosotros mismos, también traicionamos a los que nos rodean.
Ihrën está acostado y antes de dormirse piensa: -No me engaño al pensar que soy inteligente, y menos mal, porque debe de ser horrible ser tonto. Tal vez justo ahora hay alguien pensando que es guapo y que debe de ser espantoso ser feo. Me pregunto si esa persona también se planteará si hay alguien inteligente que se cuestiona algo similar, o si acaso al ser guapo será tonto y no alcanzará semejante planteamiento. En cualquier caso me resulta paradójico, y eso que yo no me tengo por feo... Claro que el guapo tampoco creerá que es tonto.- Tras unos minutos en los que le comenzó a invadir la modorra previa a la pérdida de la consciencia, Ihrën se repitió- Menos mal, debe de ser horrible ser tonto.
Ihrën tenía una gran vida interior. En ocasiones Ingrid le sorprendía mascullando incoherencias como hacen los locos. No era algo como para divorciarse, pero aquello no le gustaba en absoluto. Además el hábito de hablar sin darse cuenta tenía un lado positivo para la mujer: su prometido hablaba en sueños. Muchas noches la pareja sostenía largas conversaciones, pero a la mañana siguiente el hombre no recordaba nada de lo sucedido. En aquellos diálogos Ingrid le preguntaba por cualquier cosa que le rondase la cabeza y el pobre Ihrën siempre respondía la verdad. Dependiendo de lo cansado que estuviera respondía apenas monosílabos o soltaba largas peroratas que hacían a la joven preguntarse si en realidad estaría fingiendo el sueño para reírse a su costa.
-Cariño, ¿te gusta mi nuevo jersey de cachemir?
-No.
-¿Por qué no te gusta?
-Es feo. No te queda bien.
…
-¿Te gusta que seamos limpiadores? ¿Qué opinas de nuestro trabajo?
-Los limpiadores hacemos un trabajo difícil pero necesario que no pone en riesgo la estabilidad demográfica de la especie ni lesiona de ningún modo el producto interno bruto del país. Además podemos estar siempre juntos y no tienes celos. Eres muy desconfiada.
-¿No preferirías volver a trabajar en una consultora.
-A veces sí. El sueldo es peor, pero no tendría que limpiar a nadie. No es lo mismo aconsejar la apertura de una mina en cualquier país que matar a sangre fría. No haber visto a los indígenas a los que se tendrá que liquidar es todo un alivio.
…
-¿Quién te gusta más: Sören o yo?
-Sören. Él es mucho más guapo, y divertido. Me hacía cosas que tú no podrías ni imaginar.
-¿Preferirías estar con él?
-Ni de coña.
-¿Me quieres?
-No sé. Supongo que sí.
Ihrën está acostado y antes de dormirse piensa: -No me engaño al pensar que soy inteligente, y menos mal, porque debe de ser horrible ser tonto. Tal vez justo ahora hay alguien pensando que es guapo y que debe de ser espantoso ser feo. Me pregunto si esa persona también se planteará si hay alguien inteligente que se cuestiona algo similar, o si acaso al ser guapo será tonto y no alcanzará semejante planteamiento. En cualquier caso me resulta paradójico, y eso que yo no me tengo por feo... Claro que el guapo tampoco creerá que es tonto.- Tras unos minutos en los que le comenzó a invadir la modorra previa a la pérdida de la consciencia, Ihrën se repitió- Menos mal, debe de ser horrible ser tonto.
Ihrën tenía una gran vida interior. En ocasiones Ingrid le sorprendía mascullando incoherencias como hacen los locos. No era algo como para divorciarse, pero aquello no le gustaba en absoluto. Además el hábito de hablar sin darse cuenta tenía un lado positivo para la mujer: su prometido hablaba en sueños. Muchas noches la pareja sostenía largas conversaciones, pero a la mañana siguiente el hombre no recordaba nada de lo sucedido. En aquellos diálogos Ingrid le preguntaba por cualquier cosa que le rondase la cabeza y el pobre Ihrën siempre respondía la verdad. Dependiendo de lo cansado que estuviera respondía apenas monosílabos o soltaba largas peroratas que hacían a la joven preguntarse si en realidad estaría fingiendo el sueño para reírse a su costa.
-Cariño, ¿te gusta mi nuevo jersey de cachemir?
-No.
-¿Por qué no te gusta?
-Es feo. No te queda bien.
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-¿Te gusta que seamos limpiadores? ¿Qué opinas de nuestro trabajo?
-Los limpiadores hacemos un trabajo difícil pero necesario que no pone en riesgo la estabilidad demográfica de la especie ni lesiona de ningún modo el producto interno bruto del país. Además podemos estar siempre juntos y no tienes celos. Eres muy desconfiada.
-¿No preferirías volver a trabajar en una consultora.
-A veces sí. El sueldo es peor, pero no tendría que limpiar a nadie. No es lo mismo aconsejar la apertura de una mina en cualquier país que matar a sangre fría. No haber visto a los indígenas a los que se tendrá que liquidar es todo un alivio.
…
-¿Quién te gusta más: Sören o yo?
-Sören. Él es mucho más guapo, y divertido. Me hacía cosas que tú no podrías ni imaginar.
-¿Preferirías estar con él?
-Ni de coña.
-¿Me quieres?
-No sé. Supongo que sí.