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It's the end of the world as we know it

Prefacio

7/14/2017

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DICTADOR, dícese de la persona que, bajo condiciones excepcionales, se arroga el poder y abusa de su autoridad con el único propósito de que los demás pongan por escrito lo que tenga en gana decir en voz alta. Esta particular inclinación suele darse especialmente entre dirigentes políticos, militares de alto rango y en la casi totalidad de los docentes de primaria.
  
Vida de un dictador
 
Merced al cuidado con que varias familias del condado de Nörsfolsk, Noruega, conservaron los efectos personales de sus antepasados, podemos reconstruir, aunque tan solo parcialmente, la singular obra dictadora de Edward Peddersen, maestro de escuela que ejerció la docencia entre 1846 y 1901 en varias aldeas de la mencionada región nórdica. El legado consta de más de 739 dictados de 100, 200 y 300 palabras, escritos en 98 caligrafías diferentes, correspondientes a las de algunos de sus alumnos. No olvidemos que el dictado es la única forma literaria de la cual, inmediatamente después de su composición, se tienen 30 o 40 copias.
 
La cualidad que eleva a Peddersen por encima de los correligionarios de su tiempo es, además de su portentosa y prolífica imaginación, esa asombrosa capacidad de síntesis para construir verdaderos dramas novelescos en el mínimo espacio que brindan 50, 100 o 200 palabras que, merced a su genio, se convierten en pequeñas joyas de orfebrería literaria. Es ese dominio del lenguaje preciso y preciosista el que le permite concebir obras tales como El Ánima de la Noche, 230 palabras, Vida Esclava, 167 palabras, o La Quimérica Saga de los Mälden en su Lucha Contra la Sinrazón de un Continente, de 58 palabras incluyendo el título. Seguidamente les ofrecemos el texto restante de este estremecedor relato:
 
“Tres hombres en el risco; murieron, al alba dos de ellos. Boda y sangre; ¡los trineos! El esplendor... y de nuevo la miseria. ¡Quiéreme, Sören! Al fuego, historias monstruosas... y los niños. El árbol da sombra a la vejez. ¡La sinrazón de un continente!
 
Bienvenido al Mundo, Miguel Brieva
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Parte 1. Quiéreme, Sören

7/14/2017

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1.1 Sarah salada y el pollo torturado

7/14/2017

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-¡Quiéreme Sören! Lo necesito. Tal vez si no me quieres podrías intentar fingirlo…
-¡Lörna Mälden, eres terrible! ¿Jamás comprenderás que ahora mi amor solo podrá ser para tu hermano Ihrën?
-¡Eres cruel, te odio!- Sören se dispone a partir y Lörna se ase a su muñeca como si su vida dependiera de mantener a su amor junto a ella. -No, espera, no te vayas,… ¡Quédate, te necesito! ¡Sören, por favor, ámame!
-Lörna, nunca te podré querer porque eres el ser más egoísta que he tenido la desgracia de conocer, siempre pensando en tus deseos y necesidades. ¡Eres un monstruo! Y esta vez no lo digo por tu evidente fealdad.

Es mediodía en alguna populosa urbe del norte de Europa. El hombre incólume soporta estoico los lamentos de la malcarada mujer. Cerrando los ojos, Sören se zafó de la mano de Lörna Mälden. Ella, rota por dentro, creyó notar cómo su alma gritaba agonizante. En un gesto pretendidamente cargado de patetismo se dejó caer al suelo lloriqueando arrodillada. Sören miró hacia atrás, cual hebrea Sarah abandonando a sus bienamados sodomitas. Empero en vez de transformarse en pétrea estatua de sal, continuó impertérrito su camino hacia el dentista. Necesitaba imperiosamente un blanqueamiento dental. El tercero de este año.
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Mientras tanto, en un lugar no muy alejado, Ihrën acababa de degollar a un pollo tras torturarlo de muy diversas y exóticas maneras. En verdad, Ihrën había de tener el alma rebosante de hiel. Un pensamiento recorría su mente una y otra vez: “Solo me importo yo”. Es menester hacer notar la pavorosa maldad que encierra Ihrën Mälden en su interior. ¿Cómo si no se explicaría este maltrato a un indefenso animal?
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1.2 Sexo en Mc Donald’s

7/14/2017

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Al día siguiente Sören acude a un Mc Donald’s. No tiene hambre, y aunque no sabe bien el porqué, se siente impelido a entrar en cuanto ve la característica M amarilla. Mientras deglute con movimientos despiadados su porción de inmundicia, se acerca a su mesa un despreocupado y sonriente Ihrën.
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-¡Dichosos los ojos, Sören! ¿Qué haces tú por aquí?
-Nada especial… Oye, sabes que me gustas, ¿no?
-Sí, algo he oído… ¿Has visto la nueva película de Krox Guilär? Es estupenda. Hay momentos en los que casi te hace sentir.
-Fui a verla ayer, tras blanquearme los dientes. Seguramente sea su mejor trabajo hasta la fecha. ¿Quién iba a pensar que el asesino era aquel hombre taciturno de torva mirada?
-Ya… y lo mejor es cuando se descubre que la culpa de todo era de un abyecto anarquista que manipuló una de las máquinas de la planta de energía solar.
-Es que las energías renovables son muy peligrosas. Hace unos meses un convoy que transportaba un aerogenerador provocó un mortífero choque en cadena.
-¡Qué horror! A ver si acaban pronto de construir las nuevas centrales nucleares.

Suena de fondo el número uno de los 40 Principales. Todos en el local consumen alegres y sonríen despreocupados. En el baño, Ihrën y Sören mantienen una sana relación homosexual consentida y segura. Ihrën cree estar momentánea y fugazmente enamorado de Sören. Sören también cree amarse a sí mismo.

Tras finalizar el movimiento rítmico acompasado, el joven Mälden decide aclarar la situación con el bueno de Sören:
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-Quiero que sepas que ha sido fantástico, pero no debe repetirse.
-¿Nunca más? ¡Qué mal!
-Hombre, nunca es mucho decir. A lo que me refiero es a que no quiero una relación que sea estable o exclusiva.
-¿Y quién querría una relación así? Yo de momento lo único que quiero es disfrutar con alguien que me guste y en quien pueda razonablemente confiar. ¿Te apetece ir al cine a comer palomitas y tomar un refresco? Luego, si nos apetece, podríamos repetir.
-Vale, pero antes vamos al gimnasio, no creo que hayamos quemado todavía las calorías de las hamburguesas.
-¡Qué terrible sería engordar! Rápido, vamos.
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1.3 El sueño revelador

7/14/2017

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Lörna tuvo una extraña visión cuando dormía. Unas posaderas con alas revoloteaban a su alrededor. Ella entretanto trataba en vano de evitar que la rozaran. Después de escapar de los traseros voladores cayó por un agujero abierto súbitamente bajo sus pies. Contempló el mundo desde sus entrañas y vio que era impuro. Supo que no existían el alma ni los sentimientos. Tampoco había rastro del bien o el mal. Solo había cucarachas con caparazón humano malgastando inútilmente sus tristes y cortas existencias. Contempló las criaturas y observó que todas ellas eran impuras. Unas más que otras y algunas lo eran tanto que vomitó estando dormida. Se despertó desorientada y cubierta de lo que antes fuera el contenido de su estómago.

Un cambio insospechado acaeció en el interior de la frenética muchacha. Ella era un producto de su tiempo. Su ética inmoral, sus hábitos de consumo, su percepción estética con cánones de belleza perjudiciales para la salud, su desinterés por todo aquello que no supusiera un goce inmediato, su bolso de imitación que costaba treinta veces menos que el original,... Casi todos los elementos en los que su vida y su personalidad podían ser divididas no la pertenecían a ella como individuo sino que eran fruto de su interacción con un ente abstracto llamado sociedad.

La transformación de su personalidad fue hasta cierto punto positiva. Podría decirse que el estadio en el que la chica de irregular belleza se hallaba era tan miserable, que casi pasara lo que pasara no podría retroceder. Esto solo se hubiese producido si en un arrebato de conducta infantil, súbitamente comenzara a chuparse con fruición uno de sus pulgares y a dar vueltas por la casa gateando. Por suerte ocurrió algo mucho más coherente con la época en la que Lörna se sitúa, un tiempo de descreimiento en los valores tradicionales y de ausencia de consideración alguna hacia el resto de personas con las que nos vemos obligados a compartir nuestras vidas.
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Unas semanas después de la noche en la que se produjo el cambio, la consternada Lörna se enteró de que la leche de marca blanca que bebió aquel día estaba contaminada con una nueva droga en periodo de pruebas, que como indeseable efecto secundario sacaba a la luz al psicópata que todos llevamos dentro. Sin embargo, el mal ya estaba hecho y las frágiles cadenas que la ligaban con la sociedad se habían roto. Lörna Mälden pasó de ser una vulgar compradora compulsiva a verse convertida en una estandarizada asesina en serie.
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1.4 El fin de la relación, ¡qué tragedia!

7/14/2017

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Tras haber pasado un rato agotador en el gimnasio, Ihrën decidió hablar con Sören sobre el fin de su relación. Hacía un par de minutos había conocido a Ingrid, una voluptuosa francesa con la que según el comparador de gustos y preferencias tenía un 98.7% de afinidad, una cifra sin duda nada desdeñable.

Ihrën comenzó a hablar tras adoptar un ademán serio para que Sören comprendiera lo delicado de la situación. -Escúchame, compréndelo, es imposible nuestro amor. ¿Dónde está nuestro error sin solución? ¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo?- Después de meditar unos segundos que parecieron eternos, Sören replicó: -Sin ti no soy nada. Mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada. Porque yo sin ti no soy nada. Tenía tanto que darte, tantas cosas que contarte, tenía tanto amor guardado para ti. -de nuevo otro silencio- ¡No te quieres enterar, Sören! No te quiero de verdad. -¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? Yo que te hubiese querido hasta el fin de semana. Vete, olvida mi nombre, mi cara, mis besos y pega la vuelta. Jamás te pude comprender.

Tras una pausa en la que el lenguaje corporal sustituyó a los clichés musicales, Ihrën concluyó:

-Bien, gracias por entenderlo. Es que Ingrid comparte el 98.7% en común conmigo y tan solo el 96.1% contigo. Mira si ella y yo tenemos cosas en común que hasta tenemos el mismo modelo de comparador, una discreta pulsera azul fluorescente con zafiros de imitación de la marca Amoral. Y ya sabes, Amoral hace amigos. Además su nombre empieza por I, como el mío. Menuda coincidencia, ¿no crees?
-Claro, y es que además nosotros compartimos un miserable 92.5%. Nuestra relación no podía durar mucho. Somos tan distintos...
-¡Hasta luego!
-¡Buenas noches! Pásalo bien con Ingrid.
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Mientras Ihrën e Ingrid se marchan conversando animadamente sobre banalidades, Sören decide permanecer un momento más en el gimnasio para luego poder tomar un donut relleno de crema y cubierto de chocolate sin tener que sentirse demasiado culpable después. El exuberante chico de la máquina de musculación acaba de usar su comparador para intentar ligar con él. Seguro que en las duchas del gimnasio Sören perderá calorías de forma más rápida y placentera.
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1.5 El fabuloso ácido holístico

7/14/2017

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Hänsel y Grëtel eran dos hermanos gemelos muy rubios, muy altos, muy golosos y extremadamente libertinos. Huelga decir que sus ojos eran azules y vivaces, su piel blanquísima y sin una sola imperfección, sus carteras estaban repletas de tarjetas platino y sus cabezas, como cabría esperar, se hallaban completamente huecas.

Lörna, mediante argucias, consiguió introducirlos en su casa. Una vez allí, los redujo y tras propinarles una paliza, los asesinó. Todo ello sin ninguna animosidad por su parte, como cabría esperar. Cuando los cuerpos podrían considerarse masas sanguinolentas, procedió a introducir los cadáveres en sendos bidones llenos de ácido holístico. A la asesina alegre y decadente se le iluminaron los ojos con el crepitar de los restos al ir desapareciendo en el líquido color esmeralda. Por extraño que resulte, había algo que le recordaba a su infancia. Tal vez, el uso del ácido se recomendara subliminalmente en una película de Disney o es posible que el bombardeo constante del anuncio del producto hiciera que lo considerase una parte fundamental de su vida desde que alcanzaba su memoria.

Noche tras noche nuevas víctimas iban añadiéndose a la extensa lista de Lörna. Esta noche Merkëla y Därtos ya se habían desintegrado en el ácido holístico, el producto que dejó a Cillit Bang a la altura de un champú para bebés. Todos ellos merecían morir por sus obvias carencias y flagrantes defectos, pensaban Lörna y otro centenar de psicópatas de nuevo cuño que habían puesto en jaque a las fuerzas de seguridad. Asesinos con mala leche, así eran llamados por los presentadores de informativos de todas las cadenas de televisión, como para restar importancia al desmesurado aumento de muertes violentas y desapariciones, que ya de por sí superaban los límites razonables.

Merkëla era una cajera neoliberal que apenas cobraba lo suficiente para costearse el alquiler de su mísera habitación y una comida diaria de calidad deplorable. Prácticamente toda su vida había trascurrido tumbada sobre una cama, sentada frente a su ordenador o viendo la tele recostada en el sofá. Cuando alcanzó la treintena, sus padres se hartaron de su constante presencia y la expulsaron de la vivienda familiar. Desde entonces siguió con su afición por la cama, el sofá y la silla frente a su ordenador, aunque se vio obligada a compaginar estas ocupaciones con la asfixiante aglomeración en el trasporte público camino hacia el centro comercial y el asiento desde el que vigilaba ocho modernas cajas registradoras por las que los clientes pasaban y pagaban sus artículos. Lörna la eligió porque todas sus prendas tenían bien visibles logotipos y nombres de firmas de moda. Alguien así merecía morir cuanto antes.
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Därtos era un demócrata convencido que estaba a favor de los dos grandes partidos políticos del Estado. En el fondo, su deseo hubiera sido que ambas organizaciones se integraran en una sola para así no tener que devanarse los sesos pensando en quién depositar su confianza en las elecciones. Estaba seguro de que la democracia funcionaría mucho mejor sin esas tediosas votaciones. Total, para lo que servían…
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1.6 Absurdos pensamientos al unísono

7/14/2017

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Aquel martes era un precioso día en el que el sol lucía resplandeciente y alguien en un impoluto centro de ingeniería avanzada inventaba un nuevo artilugio para degradar aún más a la humanidad. Ese día parecía igual que otro cualquiera, pero algo sucedió que cambiaría todo a partir de entonces. Todavía nadie sabía lo que era, o mejor dicho, quién era. Ese día en concreto, Sören sintió la imperiosa necesidad de ser padre. No sabía que con el tiempo su descendiente se convertiría en el desencadenante de un fenómeno que conduciría al caos, desataría la ira de furibundas muchedumbres y acabaría temporalmente con la industria musical.

Es una lástima que Sören no sea un Mälden, porque la historia de su hijo es apasionante. Sin embargo, aquí se recogen exclusivamente los acontecimientos vividos por los Mälden, y si Sören ocupa un papel principal es porque está relacionado tanto con Lörna como con Ihrën, los hermanos Mälden, los auténticos protagonistas de la primera parte del libro que nos ocupa. Pero si la historia del hijo de Sören le parece interesante al autor, lo lógico es que se incluya en el libro. Por eso se incluirá y tanto da su apellido, pues como fácilmente se comprenderá, el narrador de una historia como la que nos ocupa no puede ser clasista en sus planteamientos. En cualquier caso Sören es un Dazs-Schnäbel, que como se intuye por tratarse de un apellido compuesto, nos habla de una familia de rancio abolengo, digna de ser incluida en cualquier libro, cena de gala o junta directiva.

Mientras que Sören concibió la idea de ser padre, por la mente de nuestra asesina favorita rondaban lúgubres pensamientos: mi labor social implica un compromiso que me impide llevar una vida normal. Ser asesino en serie es como ser ministro, si quieres hacerlo bien no puedes desconectar ni un solo momento, y yo tengo muchas cosas en las que pensar.

Lörna descubrió lo fútil de su desempeño cuando observó en las estadísticas que cada día nacían más de medio millón de personas. -Mis crímenes no tienen sentido- pensó Lörna al ver la exorbitante cifra. -Por mucho que mate sin descanso jamás conseguiré llegar a una cifra diaria tan alta. Además, ¿de dónde se supone que voy a sacar tanto ácido holístico sin levantar sospechas?

Efectivamente, si el propósito de matar es erradicar a la humanidad, el método elegido debe permitir que el número de fallecidos sea mayor que el de nacidos. Otra solución sería eliminar preferentemente a las embarazadas, pero se trataría de un procedimiento sexista y por tanto abominable. Como Lörna no tenía en su mano la posibilidad de acabar con la humanidad decidió dejar de asesinar y dedicar su tiempo a otros menesteres más escabrosos como trabajar para una multinacional o afiliarse a un partido político.

-¿Entonces, no me matarás?-inquirió angustiado Krox Guilär, laureado director y guionista.
-Quería matarte pero no vale la pena ir a la cárcel por alguien tan bajo como tú.
-No te metas con mi altura, sobre todo tú que eres tan fea- replicó el cineasta maniatado.
-Me refería a tu altura moral, no a que seas tan pequeño.

Preso de un exagerado Síndrome de Estocolmo, el aclamado y masoquista director se enamoró locamente de Lörna. Pocos meses después la repulsiva joven se convirtió en una aplaudida actriz protagonizando la precuela de una historia con tirón. Apenas consciente de su éxito ya estaba recogiendo el Oscar a la mejor actriz revelación. La suya fue una carrera meteórica estándar, típica de las novias de directores afamados.

La vida de una aclamada actriz dista mucho de parecerse a la de una asesina en serie. La comparación es tan inoportuna como la de un rey con un barrendero. Apenas si se puede decir nada sin molestar al menos a uno de los dos. Como actriz de culto, la feísima Lörna no paraba de acudir a fiestas en las que el tema se consumía a raudales y las conversaciones eran tan vacuas que la mayoría de las veces nadie sabía de qué se estaba hablando.
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Lörna era feliz con Krox, pese a que su comparador de gustos y preferencias reflejaba un exiguo 91.7%. A ella le volvía loca insultarlo, golpearlo y zarandearlo hasta provocarle náuseas. A él le fascinaba su maldad inocente y su cautivadora fealdad. Pronto se convirtieron en la pareja que copaba más portadas de revistas del corazón.
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1.7 Ingrid, Ihrën y la felicidad

7/14/2017

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La felicidad es un maquillaje, pero no uno de esos maquillajes de buena calidad que usan los famosos en los rodajes de superproducciones que recaudan millones en taquilla el primer fin de semana tras el estreno. No, la felicidad es como los maquillajes baratos que se cuartean fácilmente, se agrietan y afean la cara en vez de embellecerla.

Ingrid, amante del eclecticismo, se guiaba por las máximas del filósofo Schopenhauer. Entre sus favoritas estaba aquella que decía: ‘Evita la envidia, no hay nada más implacable y cruel’. Si la hermana de su novio, la espantosa Lörna, había logrado la fama y el éxito, ella no sentiría ni el más mínimo sentimiento de envidia. ¿Envidia de qué? A ver, ¿de qué iba a tener envidia si la hermana de Ihrën era fea, ridícula y según el último número de la revista más leída por mujeres entre veinticinco y treinta años presentaba seis de los siete signos propios de las perturbadas mentales?

El noviazgo con Ihrën iba genial, tenían mucho en común y no discutían casi nunca porque pensaban lo mismo sobre casi todo. ¡Era fantástico! Su querido Ihrën era dulce y cariñoso, parecía incapaz de romper un plato y seguro que sería un estupendo padre algún día. ¿Qué más podía pedir una mujer independiente como ella sino tener a un hombre que la cuidara y la protegiera en todo momento? Gracias a Google, a los gimnasios y al destino que hizo que su madre muriera y ella se mudase, Ingrid por fin había conseguido sentirse feliz. Seguramente sería una sensación provocada por hormonas y antes o después desaparecía, pero eso a Ingrid no le importaba.

Ihrën siempre había fantaseado con suicidarse en su adolescencia, pero ya no tenía edad para hacer esas cosas. Con más de veinte años quitarse la vida es de muy mal gusto, y él no pensaba hacer algo tan miserable que hasta se equiparaba en algunos blogs de estilo con llevar calcetines blancos con zapatos negros o sandalias con calcetines de cualquier color. El culmen de lo abominable.

Como ya no se iba a matar, pensó que debía buscar pareja. Sören estaba descartado porque al introducir algunos parámetros en un programa predictivo, el desenlace sería trágico prácticamente seguro. Lo más probable es que Lörna irrumpiera en la boda o en la luna de miel armada con un machete y acabase con ellos. Descartado Sören, Ingrid parecía tan adecuada como cualquiera de otro mil millones personas para convertirse en su cónyuge.

Ihrën ya había llegado a una edad en la que la mayoría de las personas, con independencia de su sexo, raza, religión o número de extremidades, comienzan a plantearse cuál es el sentido de la vida. Las múltiples y contradictorias respuestas a tan ardua cuestión son enigmáticas y muy pocos llegan a indagar más a fondo. La solución somera y más común consiste simple y llanamente en dejarlo estar. Te casas, tienes hijos, aspiras a una vida lo más confortable posible y dices adiós a tu juventud de una forma digna.

Para Ihrën Mälden la solución a su encrucijada vital consistía en una huida hacia adelante. Desposado con Ingrid, lo único que echaría de menos serían esos despreocupados ratos de sexo salvaje en lugares públicos y poco más. No tenía de qué quejarse.
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Ihrën también admiraba a Schopenhauer, en particular le gustaba la cita que decía que ‘no hay que entregarse a grandes júbilos ni a grandes lamentos ante ningún suceso, porque la variabilidad de todas las cosas puede modificarlo por completo en cualquier momento.’ El nunca reía a carcajadas pero tampoco lloraba, nunca exteriorizó ninguna emoción exagerada, lo que le valió el sobrenombre de robot en el colegio. A él le funcionaba comedirse y si bien no era completamente feliz tampoco era desdichado. ¿Qué más podía pedir un hombre joven como él sino disfrutar el momento y conseguir sus no demasiado ambiciosos objetivos?
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1.8 Sören quiere rollo

7/14/2017

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No hay nada como que algo sea inalcanzable para que resulte atrayente y en extremo apetecible. Siempre ha sido así. Si un niño no quiere jugar con un juguete y está entretenido con otro, basta que cojas el objeto olvidado para que todo el interés se recobre de inmediato. El niño te intentará quitar el juego de las manos y si no lo consigue se pondrá a llorar desconsoladamente hasta que recobre lo que por justicia le pertenece.

Sören despreciaba a Lörna, pero súbitamente dejó de hacerlo en el preciso momento en el que se enteró de que mantenía una relación con Krox Guilär. Entonces empezó a sentir que ya no le repugnaba tanto. Es más, notaba cómo quería estar a su lado. Lörna sabía que a Krox le gustaba la violencia y el dolor, pero se portaba tan bien con ella que no podía hacer otra cosa sino quererlo. Si lo amaba, él la dejaría y entonces le odiaría, por lo que podrían volver a salir juntos. Pero si regresaban, ella le volvería a apreciar y entonces se separarían de nuevo.

A Lörna no le extrañaba que a Krox le duraran tan poco las parejas. En verdad era muy difícil entender a los hombres. Su abuela tenía razón cuando le decía que lo mejor que podía hacer para no sufrir con las relaciones era formar parte del harén de un acaudalado emir sin aspirar a ser la favorita, solo manteniéndose en un discreto segundo plano. ¡Qué lástima que casi no se haga caso a la impagable sabiduría de los ancianos!

Krox comenzó a observar como Lörna le zarandeaba con menos fuerza y ya casi no le hacía sangrar cuando le mordía. Se sintió muy decepcionado, pues nunca había conocido a nadie que torturara de forma tan natural. Todas las mujeres que él había conocido eran muy artificiales en los gestos, movimientos y expresiones. Él detestaba esos vanos artificios en el cine y también en la vida real.

Y mientras Lörna y Krox vivían en pecado, Sören pensando en Lörna pasa noche y día, le gana la batalla la melancolía. Para él Lörna es tan diferente, tan natural, tan divertida y especial, tan adorable, tan perspicaz, tan ocurrente, tan casual, tan superguay que ya no puede más. Siempre le traiciona la razón y le domina el corazón porque vivir así es morir de amor. Por amor tiene el alma herida, por amor no quiere más vida que su vida. Melancolía.
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Como Sören se estaba volviendo loco de tanto escuchar aquella emisora de clásicos románticos non-stop, decidió que tenía que hacer algo. Tras mucho pensar, puso a la venta su colección de espejos y marcos de fotos decorados artesanalmente por niños afectados por un raro tipo de enfermedad en la cara que les desfiguraba por completo. Con el dinero que obtuviera contrataría a un grupo de delincuentes profesionales para que secuestraran a Lörna. Además podía encerrarla en la habitación que había quedado libre ahora que ya no tenía los caros objetos de los niños monstruosos. Si no la secuestraba, ¿cómo conseguiría que dejara a Krox Guilär, con todo el dinero y la fama que tenía, además del magnetismo que ambas cosas le aportaban? Aún no lo sabía, pero tenía claro que debía alejar a Lörna de su reputado novio para así conseguir que volviera a amarle a él, al ambiguo y fibrado Sören.
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    Autor

    Edward Peddersen Jr. es nihilista. Dice que no cree en nada aunque más bien cree que nada tiene sentido. Para él nada existe realmente. A veces se despierta con buen humor y vuelve a creer en la realidad, como cuando era niño. Sin embargo, ni siquiera en esos días felices puede creer en la bondad. La bondad es algo que ningún humano podrá conocer.

    Agradecimientos

    Este libro-blog es tanto del autor como de M.Y.S-J. Sin ella no hubiera sido posible llevarlo a cabo. Sus críticas, aportaciones, comentarios y apoyo constante han sido determinantes. Alguien como ella merece ser la única persona que figure en los agradecimientos. Todos los demás que pudieran haber estado entenderán esta decisión.
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